De pequeña, era una niña muy curiosa. Soñaba con volar, con poder hacerme invisible o camuflar.
Creía escuchar susurrar a los árboles mi nombre.
Esperaba poder entablar conversación con esa enorme araña que por las noches me atemorizaba.
Pensaba que si dormía con mi osito, el lobo no me comería.
Veía luz en cualquier rostro, no cuestionaba el corazón de otros.
Deseaba encontrar mi lugar entre el gentío.
Entraba en la cueva y me imaginaba la vida allí, contando estalactitas hasta que me dormí.
Y ahora que despierto de este sueño, me doy cuenta de que a pesar de los años, sigo siendo esa ingenua niña que creía en utopías.
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