La lluvia que golpea el techo de mi alma, con fuerza, causa estruendo.
Desestabiliza, pugna por echar abajo
la pequeña protección que forjé a tan débil faz de mi ser.
El agua cala el alma esponja.
Psique empapada, en un rincón se halla tiritando.
Que nadie venga a arroparla con fútiles palabras.
Porque al alma no se la consuela con la escarcha de una voz.
Al alma se le brinda otra alma.
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