Puede ser que esté discapacitada para amar.
Tal vez tenga una parte del corazón cercenada (aún cuándo sé que el amor está en el cerebro), no quiero creer en ello.
Quiero creer que sigue existiendo el alma, que la ciencia no puede fundamentar todo.
Que sigue existiendo lo inexplicable, la psique, como una esencia que pervive eternamente.
Creer que somos inmortales.
Lo necesito. Como un pintor necesita el color, un escritor la palabra y un músico el sonido.
Yo quiero sanar el alma. Pero para ello, necesito que exista. Como algo misterioso e inefable.
Y sí, sé que es más fácil hacerlo si es tangible. Si puedes acceder a ello.
Pero ¿dónde dejas a la persona si te limitas a creer que es un conjunto de conexiones neuroquímicas?
¿Qué nos hace ser diferente de los demás? ¿Ser únicos? ¿Sólo el funcionamiento de células y moléculas? ¿A eso se reduce el ser humano? ¿La conducta? ¿El comportamiento?
Me cuesta. Me cuesta muchísimo. Pero he de aceptarlo.
He de aceptar que mi identidad se limita sólo a eso. Y me da miedo.
Me da miedo despertarme un día, y que por un fallo en el lóbulo frontal, en el hipocampo, o en cualquier otra estructura cerebral, deje de ser yo. Deje de sentir que soy yo.
No quiero perderme.
¿Dónde estarían todos mis deseos, mis recuerdos, mi yo más verdadero? ¿Cómo podría afrontar ese agujero negro? Vivir la vida de otra yo. Sin ser consciente de lo que se ha ido.
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