Las flores están cansadas de ser lastimadas,
su belleza cruelmente arrancada para agasajar
el dulce rostro de una joven dama.
Las flores quieren dejar de ser una ofrenda,
piden respeto y cariño,
poder marchitar agusto en su tierra.
II
Los árboles reclaman la libertad de elegir su destino:
no fueron concebidos para ser mesas, armarios ni sillas.
Quieren que nunca arranquen sus raíces del centro de la Tierra.
Anhelan poder sentir el temblor telúrico,
introducir sus extremidades en las cristalinas aguas de los acuíferos.
III
Los animales mugen, pían, cacarean,
crean un estruendo indecible,
portan su voz como bandera:
'¡No más muertes!'
'¡No más seres inertes!'
'¡La vida, en cualquiera de sus formas, es sagrada!'
'¡No más sacrilegios para alimentar el eructo de una humanidad
hostil e indiferente con el sufrimiento!'
IV
En los circos, los leones, osos y elefantes se alzan en toda su inmensidad
e imitan el bipedismo humano en una sátira avergonzante:
'¿Acaso fuimos concebidos para entreteneros?'
'¿Por qué mutilásteis nuestra alma salvaje y bestial?'
Nos convertísteis en el desecho del Reino Animal.
V
En el estío, el Bosque y su fauna como ser colectivo:
el Ser sinérgico agita sus ramas, las hojas crujen en un intento de llamar la atención:
'¡Nos estáis incendiando!'
'Nuestra vida se consume en el crepitar de las llamas,
cual bruja sacrificada en una pira ante miradas taimadas.'
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